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La formación, una herramienta para mejorar la productividad de mi empresa

Rentabilidad, objetivo principal de una empresa o negocio desde su creación. Productividad, el factor de medición de desempeño de un trabajador con respecto a la estrategia empresarial de rentabilidad. Formación, herramienta para mejorar la productividad de un trabajador y, por consiguiente, llegar con más facilidad a la rentabilidad de la empresa.

A la hora de crear y gestionar nuestra empresa debemos posicionar la formación como una necesidad o una obligación, un gasto o una inversión. Es este matiz y cómo lo comuniquemos lo que hará que dentro de la organización se perciba la formación como una herramienta útil de mejora personal y empresarial o una obligación impuesta sin más atractivo que el consumir horas o presupuestos.

En este ciclo económico que nos toca vivir, es importante el utilizar todos los medios a nuestro alcance para empujar con decisión nuestro proyecto hacia el éxito y comunicarlo de esa manera a nuestro equipo.

Siendo el capital humano la fortaleza más grande de una empresa y de representación ante los clientes, se hace indispensable invertir con los recursos que tenemos a nuestra disposición, y la formación es sin duda el inicio de toda mejora que queramos proyectar en nuestro negocio:

- Una formación inicial adecuada facilita la adaptación de las nuevas incorporaciones a la plantilla.

- ¿Motivación de equipo? Una formación constante en habilidades laborales es sin duda una manera de tener activa y motivada a una plantilla.

- Retención. Un trabajador excepcional que queramos retener, será más fácil fidelizarlo con un gran proyecto de formación continua y constate que hará que crezca laboralmente en responsabilidad e ingresos a la vez que personalmente.

- ¿Cambios o mejoras? Si una vez que tenemos definidas las mejoras a implementar en la empresa somos capaces de comunicarlo y trasladarlo al resto de la organización de una manera sencilla y práctica, tendremos un cambio eficaz y rentable desde el primer momento. Es la mejor manera de diferenciarnos de la competencia.

- Promoción interna. Dar proyección al talento que ya tenemos dentro de nuestra organización mediante enseñanzas adaptadas a un nuevo puesto a cubrir es otra manera de utilizar la formación; para ello deberemos realizar un análisis previo de las personas con más proyección para adecuarse al puesto requerido.

- Resolución de conflictos. El día a día dentro de una organización es complicado; roces y distintas maneras de pensar y de proceder hacen que surjan fricciones que pueden enrarecer el ambiente del grupo. Una formación sensible y dada a conciliar voluntades es óptima para resolver estos pequeños conflictos que distraen al grupo de su objetivo empresarial.

En conclusión, podemos dar a la formación desde el inicio de nuestro proyecto un factor diferenciador y predominante en nuestro esquema empresarial, siendo una inversión y no un gasto, siendo un ingrediente de motivación de nuestra plantilla y la manera más económica de retener a nuestros mejores trabajadores, pudiendo llegar así a la ansiada rentabilidad de una manera natural y sostenible mediante la formación.

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